Existe un claro consenso sobre el efecto positivo que la innovación tiene sobre el desarrollo económico y la competitividad, no sólo de las empresas, sino también de las naciones. Pero ¿cómo se debe entender la innovación desde la perspectiva de la PYME, y en un contexto económico como el actual?
El primer paso para desarrollar la innovación como motor de creación de valor y riqueza -en forma de nuevos productos, servicios, modelos de negocio y por ende, de empleo de calidad-, es entenderla como un hecho económico y social, que trasciende la tecnología. La I+D y la innovación tecnológica son una parte importante, pero no la única componente de la innovación en un sentido empresarial.
Existe un gran ámbito de innovación no tecnológica, sin el cual la innovación basada en la I+D tecnológica, no podría generar valor de mercado. En una situación de crisis, con recursos escasos, es mucho más efectivo buscar innovaciones próximas al mercado, con mayor potencial para generar retornos a corto plazo, que aquellas basadas en el desarrollo de nuevo conocimiento[1]. Sin duda, la innovación centrada en las necesidades de los usuarios, sean éstos personas físicas o empresas, es el camino más corto y de menor riesgo para dicho propósito.
En los últimos tiempos se han dado numerosos ejemplos de esta realidad; productos desarrollados por PYMES, como la gallega Blue:Sens, la aragonesa Imaginarium, o la catalana AUSA entre otras muchas, son claros ejemplos de cómo, con tecnologías existentes, pueden crearse productos altamente innovadores y de gran impacto comercial. Pero, ¿dónde está la clave?
Esta nueva visión del diseño fue sometida a consulta pública[1] por la Comisión Europea, siendo aceptada por el 78% de las organizaciones y el 86% de las personas físicas como base para integrar el diseño en el desarrollo de las políticas europeas de innovación. El diseño, como conductor y posibilitador de una innovación mucho más centrada en las necesidades de los usuarios, junto a otras formas de innovación no tecnológica, como la centrada en los nuevos modelos de negocio o en el marketing, que complementan a la innovación tradicionalmente basada en la I+D, son pues temas que merecen especial atención por parte de las administraciones públicas.
En resumen…
El diseño es una de las principales fuentes de competitividad para las PYMES, especialmente en el actual contexto de crisis. Constituye el necesario puente de unión entre la creatividad y la materialización de innovaciones centradas en los usuarios. Con un enfoque multidisciplinar que integra las necesidades humanas con las posibilidades tecnológicas y la transmisión de un significado, el diseño, entendido como proceso empresarial y no como preciosismo estético, generar una óptima experiencia de uso y permite aumentar el valor del producto y/o servicio que ofrecen las empresas a un coste mínimo.
Xavier Ayneto Gubert
xayneto@ideas2value.net
1 Peter F. Drucker. “La innovación y el empresariado innovador”. Ed. Apóstrofe.
2 SEC [2009] 501 final: Design as a driver of user-centred innovation.
3 Results of the public consultation on design as a driver of user-centered innovation. Octubre 2009